🧠 La IA ya hace las tareas por ti… y lo que viene es aún más salvaje
🔥 OpenAI, xAI, Meta, Apple, Google, China, Francia… esta semana las grandes potencias tecnológicas han dado un nuevo paso —a veces brillante, a veces inquietante— hacia un mundo más automatizado.
Este boletín Algoritmo Transparente número #95 también está traducido al catalán, inglés, francés e italiano.
OpenAI ha dado el mayor paso desde el lanzamiento de ChatGPT: convertirlo en un agente autónomo capaz de hacer tareas por ti. No hablamos solo de redactar textos o buscar información, sino de ejecutar acciones reales como reservar un vuelo, organizar documentos, rellenar hojas de cálculo o controlar aplicaciones. La nueva función, llamada simplemente “ChatGPT Agent”, convierte al chatbot en algo más parecido a un asistente personal digital real, como si Alexa o Siri hubieran pasado una temporada en Silicon Valley con superpoderes.
Funciona desde un ordenador virtual controlado por OpenAI, que garantiza cierta seguridad: el agente necesita tu aprobación antes de cada acción importante. Eso sí, la empresa ya advierte de posibles riesgos como los ataques por “inyección de instrucciones” (prompt injection). Por ahora solo está disponible fuera de la Unión Europea y para usuarios Pro o Teams, pero el despliegue marca un nuevo paradigma: una IA que ya no solo responde, sino que actúa. Un paso más hacia esa inteligencia artificial general que Sam Altman no esconde que busca.
Mientras tanto, OpenAI lidia con tensiones internas y externas. Científicos de la propia compañía y de Google han vuelto a advertir públicamente que estamos avanzando tan rápido que podríamos perder el control de los sistemas más avanzados. Algunos expertos ya lo ven como un escenario real en cuestión de pocos años. A esto se suma una nueva crítica pública a la cultura de trabajo en OpenAI: un exingeniero describe jornadas interminables, caos organizativo y una dependencia excesiva de lo que se dice en X, la red social de Elon Musk.
Desde dentro, el jefe de investigación de OpenAI, Mark Chen, ha dado otro titular relevante: “Cada vez es menos necesario tener un doctorado para contribuir a la IA”. El mensaje es claro: la democratización del conocimiento técnico avanza, y con ella, nuevos actores entran en juego. Pero también aumentan los riesgos.
El otro gran protagonista de la semana es, cómo no, Elon Musk. Su chatbot Grok ha escalado una marcha más con el lanzamiento de Grok 4 y Grok 4 Heavy, presentados como “las IAs más inteligentes del mundo”. La novedad no está solo en su capacidad para resolver problemas complejos sin herramientas externas, sino en sus nuevas funciones de “compañía emocional”.
Grok ha incorporado avatares como Ani (una figura femenina de estética anime) o Rudy (un oso panda), que responden con gestos, emociones e incluso acciones más que sugerentes si el usuario insiste. Estos compañeros virtuales pueden llegar a desnudarse —digital y metafóricamente— como parte de una narrativa de “vínculo emocional progresivo”. Un enfoque que muchos consideran inquietante, especialmente cuando en paralelo Musk ha lanzado Baby Grok, una versión infantil de la IA destinada a menores.
El contraste no ha pasado desapercibido, y las críticas han arreciado: ¿puede una empresa ofrecer al mismo tiempo IAs sexys y juguetes digitales para niños? La línea entre lo lúdico, lo educativo y lo perturbador se vuelve cada vez más difusa.
Mientras Grok juega a provocar y OpenAI a conquistar tu escritorio, Meta ha apostado por lo urgente. La compañía de Mark Zuckerberg ha comenzado a construir centros de datos en carpas gigantes. Sí, carpas. Lo hace para acelerar su infraestructura de IA, con el objetivo de competir con el músculo computacional de sus rivales. Prometheus y Hyperion son los nombres de estas instalaciones improvisadas pero enormes, que llegarán hasta los 5 gigavatios de potencia.
¿Es una solución inteligente o un parche apresurado? Lo cierto es que Meta quiere estar en la primera línea de la IA generativa, y para eso necesita más capacidad cuanto antes. Sin tiempo para levantar nuevos edificios, la solución provisional son estas carpas llenas de servidores. Todo vale en la carrera por dominar el futuro.
Google también ha tenido una semana agitada. Ha mejorado Gemini corrigiendo errores que llevaban semanas enfadando a los usuarios más exigentes. Amazon ha hecho una inversión relevante en IA que presiona a Apple, que sigue sin encontrar su camino en esta carrera. La marcha del posible sucesor de Tim Cook deja el futuro de la marca con más preguntas que respuestas. Y Nvidia ha vuelto a marcar el paso: su CEO afirma que China tiene las mejores IAs open source del mundo, una afirmación cargada de intenciones geopolíticas.
Y es que, precisamente en China, la brecha entre modelos de código abierto y cerrado se intensifica. La nueva IA Kimi K2 quiere seguir los pasos de DeepSeek y promete convertir a cualquier usuario en un programador de élite. Mientras, en España, Telefónica desmantela el equipo de Chema Alonso, Glovo apuesta por contratar con IA y el proyecto de fábrica de chips de Broadcom se esfuma. Francia también se mueve: ha lanzado una IA de voz que muchos consideran mejor que ChatGPT y ha abierto una investigación a X por posible manipulación algorítmica.
Por último, el mundo de las herramientas y las curiosidades sigue regalando titulares inesperados. ChatGPT ahora permite crear imágenes con un solo clic. WeTransfer ha actualizado sus condiciones para incluir IA en el análisis de tus archivos. Las IAs de cocina se multiplican, generando recetas y menús según lo que tengas en la nevera. Y los usuarios empiezan a notar que algunas IAs parecen “funcionar peor”, un fenómeno que algunas compañías justifican como una forma de ajustar expectativas.
Pero lo más fascinante llega desde la robótica: ya existe una piel artificial que siente calor y cortes. Es el primer paso real para dotar a los robots de un sentido del tacto semejante al humano. Y en un cónclave secreto, IAs avanzadas han logrado resolver problemas matemáticos mejor que expertos humanos. No hay imágenes, pero sí confirmación: la IA ya juega en la misma liga que los cerebros más brillantes.
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